Modalidad
y época adecuadas para cada especie de árbol frutal y operaciones que hay que
realizar durante y después del poda.
La
poda es una práctica habitual, mediante la cual es posible “cambiar” el
comportamiento de una planta para obtener resultados, principalmente
productivos, deseados. Sin embargo, para realizar correctamente esta actividad
es necesario conocer, a través de la observación, el comportamiento natural de
los árboles en un ambiente concreto, para, de este modo, poder intervenir,
donde y cuando sea necesario.
La
poda modifica, tanto breves periodos como a lo largo de la vida de las plantas,
su crecimiento y desarrollo. De este modo, la estructura natural y típica de
cada especie frutal arbórea puede ser modificada para distribuirlos recursos a
favor de la fructificación y poder obtener los rendimientos deseados.
Todas
las operaciones tienen, en principio, la finalidad de acelerar el ritmo de
desarrollo de los arboles jóvenes, reduciéndose al mínimo la duración del
periodo improductivo. Sucesivamente, la función de podar consistirá en regular
el equilibrio entre vegetación y fructificación y en facilitar todas aquellas
intervenciones en el cultivo que el desarrollo de la planta necesite.
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