Para tener un huerto ecológico no
necesitamos mucho espacio ni ser ingeniero, con una pequeña parcela
podemos conseguir una buena producción de hortalizas.
La tierra (el espacio) del huerto ecológico
Con una parcela mínima de unos 30 o 40 metros cuadrados podemos obtener una elevada producción de las hortalizas y verduras
más utilizadas en la dieta cotidiana. Quien no disponga de tal espacio
puede participar en algún grupo de huertos ciudadanos (o crearlo) y
quien disponga de una terraza en su casa puede cultivar en ella una gran
variedad de hortalizas: algunas lechugas, rabanitos, tomates, acelgas o calabacines, además de numerosas plantas aromáticas, medicinales o condimentarias.
Cuando se dispone de una parcela de tierra, lo ideal es su distribución en bancales
tipo bancal profundo. Las dimensiones en longitud pueden ser muy
variadas, pero en cuanto a la anchura conviene que estén entre los 120 y
los 150 cm, lo que permite el acceso a través de los pasillos, por los
lados del bancal, sin pisar nunca la tierra, acción que la apelmazaría y
reduciría su actividad biológica.
Cuando sólo disponemos de un balcón
o una amplia terraza, conviene proveerse de maceteros de grandes
dimensiones y una cierta profundidad, la suficiente para que las raíces
se desarrollen sin problemas. Los maceteros se llenarán de tierra fértil
con grandes proporciones de compost (podemos hacer y usar el compost orgánico doméstico)
Luz y orientación en el huerto ecológico
Interesa que la parcela, balcón o terraza esté orientada al sur
o, por lo menos, que reciba varias horas al día de luz solar, ya que
las plantas necesitan sus radiaciones para realizar correctamente la
fotosíntesis, de la que depende su desarrollo y el contenido de
nutrientes y vitaminas que aprovecharemos al consumirlas.
Si la parcela o terraza no recibe sol
directo pero hay una pared cercana que refleje su radiación, puede ser
suficiente, convendría pintar la pared de blanco para sacarle el máximo provecho. Hay plantas que requieren mucha luz y mucho calor, como las solanáceas (tomates, pimientos, berenjenas) o las cucurbitáceas
(melones, pepinos, calabacines, etc.), mientras que otras, como
escarolas, acelgas, coles o espinacas, se desarrollan bien con menos luz
y calor.
*Conoce más sobre la importancia de la luz y la orientación de las plantas.
Agua en el huerto ecológico
El riego preocupa a muchos horticultores
que ven como sus cultivos sufren y crecen mal por exceso de riego o por
falta de agua. El exceso crea problemas de podredumbres y hongos
parásitos y las carencias hídricas suponen una merma en el desarrollo
vegetal y torna las plantas duras y con tendencia a espigarse o montar
en flor.
La experiencia nos lleva a aconsejar un sistema de riego localizado (tubos de goteo con los goteros intercalados cada 30 o 40 cm o mangueras de exudación) y un sencillo programador de riego
(de venta en tiendas de jardinería) que nos permite conectar el sistema
a un grifo y que las plantas se rieguen quince minutos cada día o media
hora cada dos días. Este sistema tiene la ventaja adicional de que nos
permite ausentarnos durante largos períodos sin que por ello sucumban
nuestros cultivos por falta de riego.
Puedes ver más información sobre técnicas de ahorro y uso efectivo del agua en agricultura ecológica.
Plantas cultivables, semillas y semilleros de un huerto ecológico
La gran diversidad de plantas que puede
albergar un huerto ecológico (aunque sea de reducidas dimensiones)
implica disponer de planteles o de semillas adecuadas. Lo más
interesante y recomendable es procurarse semillas con certificación de
producción ecológica. También podemos recurrir a agricultores ecológicos y al intercambio de semillas que promueven algunas asociaciones o grupos de agricultura ecológica.
Podemos realizar semilleros
domésticos en pequeños recipientes reciclados (botes, cajas de envases
desechables, etc.) y mantenerlos en el alféizar de la ventana de alguna
habitación que le dé el sol y esté caldeada.
El trasplante
es una operación delicada pero fácil de realizar, en la que lo más
importante es dañar lo menos posible las raíces y que no falte el riego
hasta su nuevo enraizamiento en el huerto ecológico o en el macetero.
En ocasiones podemos recurrir a las
plantitas que venden los viveristas, aunque, a menudo, tanto la
procedencia de las semillas como el uso de abonos químicos y plaguicidas
las desvitaliza y es fácil que nos den problemas.
Nutrir las plantas en el huerto ecológico
En agricultura ecológica se da más
importancia a nutrir la tierra que a alimentar las plantas cultivadas.
Las plantas no disponen de un sistema digestivo como estómago o
intestinos y tal función se realiza en el suelo donde crecen mediante la
fabulosa labor de las bacterias, los hongos, las lombrices
y el resto de microorganismos que habitan en cada gramo de tierra.
Naturalmente, todos estos organismos vivos precisan ser alimentados y de
ello se encarga el compost y toda la materia orgánica en descomposición presente en la tierra.
Por ello deberemos incorporar con
regularidad materia orgánica previamente descompuesta (compost, restos
orgánicos, etc.) Aunque podemos conseguir compost y abonos orgánicos en
el comercio, resulta muy interesante su elaboración a partir de los
restos orgánicos domésticos; para ello podemos fabricarnos un sencillo
compostero o adquirir alguno de los comercializados para tales fines.
Las necesidades de abonado varían de una
planta a otra y tenemos plantas, como las patatas, los tomates o las
alcachofas, que requieren grandes cantidades de materia orgánica a medio
descomponer, y, en el otro extremo, tenemos las zanahorias o las
judías, que sólo toleran la materia orgánica muy descompuesta (compost
muy fermentado)
Con una buena rotación de cultivos
en los bancales o los maceteros conseguiremos aprovechar al máximo la
materia orgánica aportada, ya que, por ejemplo, tras el cultivo de
tomates, que hemos abonado con gran cantidad de compost (de 4 a 10 Kg.
por m2), podemos cultivar lechugas sin añadir más compost y, al cosechar
las lechugas, podemos sembrar zanahorias o guisantes (cualquier
leguminosa), que aprovecharán al máximo los remanentes de materia
orgánica. Cuando cosechemos, podemos añadir de nuevo compost y empezar
el nuevo ciclo con otras plantas exigentes: calabacines, pimientos,
berenjenas, etc.
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