Nunca
en la historia de la humanidad se han logrado desarrollos tan espectaculares en
un lapso tan breve como los ocurridos con la interconectividad, la
biotecnología y la genética, en las últimas décadas.
A
principios de los años 90, INIA detectó que los marcadores moleculares podían
ser aplicados a los programas existentes, para dar respuestas inmediatas en
aspectos tales como determinación de la diversidad genética, identificación de
clones, híbridos, progenies en cruzamientos controlados, construcción de mapas
genéticos, localización de genes de importancia económica e introgresión de
genes entre especies.
Gracias
a la biotecnología y al desarrollo de los marcadores moleculares, podemos hoy
identificar precisamente en el genoma de un cultivo aquellos genes o conjuntos
de ellos que controlan características de interés agronómico y nutricional.
La
computación y la microelectrónica son testigos
de esta velocidad de cambio. Ninguna otra industria en la historia de la
humanidad ha alcanzado objetivos de mayor
rendimiento y menor costo en un lapso tan reducido de tiempo. Los desafíos institucionales en
materia de investigación, relacionan la necesidad de aportar conocimientos y
tecnologías que fortalezcan el desarrollo sectorial con la seguridad y calidad alimentaria
de la población y que, a la vez, contribuyan a mejorar la competitividad de la producción
agropecuaria y forestal de manera sustentable.
INIA
es la principal institución de investigación y transferencia tecnológica del país,
como tal ha generado 189 variedades de las 277 generadas o introducidas en
Chile desde que existe registro, que ha construido un modelo de gestión
tecnológica estrechamente vinculado a la demanda y similar al de los países
desarrollados. Lo anterior se traduce en el acortamiento de una fisura, antes
amplia y hoy apenas distinguible en muchos casos, entre investigación básica y
aplicada. La
ciencia entrelaza el trabajo de campo, los servicios, el procesamiento de
información y las demandas comerciales.
Se
hace investigación científica vinculada al encadenamiento productivo aportando
en cada uno de los eslabones, bajo una estructura de estudio, planificación y programación
integral de la política agrícola, acotada y contenida en la Agenda Estratégica
del Ministerio, en vista del aspecto multifuncional de la agricultura del
conocimiento, sobre todo en lo que respecta a seguridad alimentaria y
desarrollo sostenible. Existe
consenso en que el crecimiento económico de nuestro país dependerá cada vez más
de la capacidad de generar nuevas actividades productivas, de darle mayor valor
agregado a las existentes y de hacer mejor y más eficientemente aquello que
hemos venido haciendo por años.
Todo
esto directamente relacionado con la capacidad de innovar y emprender del
sector.
Una mirada en mayor perspectiva
debiera permitirnos ser optimistas en cuanto a que los cimientos del desarrollo
alimentario de nuestra civilización globalizada son sólidos y ellos debieran
ser la base a partir de la cual se enfrenten las contingencias del presente.
El
mundo está preparado para producir más y mejores alimentos, en el marco de una
mayor solidaridad internacional y de un
comercio mundial agrícola más libre y justo.
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