El
modelo educativo a nivel medio y nivel superior empieza a cambiar en algunos países
de Latinoamérica. El modelo tradicional de enseñanza con modalidad presencial
alumno-maestro y con el uso principal del pizarrón o pizarra como medio para
plasmar conceptos e ideas avanza a un modelo nuevo que se enfoca en el
desarrollo de capacidades, de las cuales muchas se han aprendido de manera
natural.
Así
que el nuevo modelo distingue entre capacidades básicas y capacidades
superiores.
Dentro
de las capacidades básicas que menciona están el dominio de la lengua nativa,
el dominio de una lengua extranjera (de preferencia el inglés), dominio básico
de matemáticas, conocimiento y dominio de la metodología de la investigación,
adquisición de valores éticos y morales, desarrollo de conciencia ambiental,
uso más intensivo de las TIC (tecnologías de información y comunicación) y tal
vez uno de los rasgos más importantes del nuevo modelo educativo:
el saber hacer, el alumno debe aprender a hacer aplicando el conocimiento.
Las
capacidades superiores son aquellas que debe poseer cualquier empleado que al
trabajar en una empresa desee ascender a un nivel superior, sin importar el
nivel jerárquico en el que actualmente se encuentre.
Estas
capacidades varían de una empresa a otra, dependen del giro de la empresa y del
puesto al cual aspire el empleado pero, en general, se mencionan las siguientes:
ser 100% bilingüe, dominar el uso de las TIC, tener capacidad de negociación, tener
capacidad de liderazgo, tener visión estratégica, dominar técnicas de planeación
para cualquier tipo de
proyecto, tener capacidad para el análisis de datos duros (datos estadísticos) y
de datos blandos (datos de comportamiento social), ser creativo e innovador en las
tareas que se realizan dentro de la empresa. Todo esto suena bien, el problema
es cómo lograr que el alumno adquiera algunas de estas capacidades o todas
ellas.
Esta
sexta edición hará énfasis, al inicio de cada capítulo, en el tipo de habilidad
que se requiere por parte del alumno para abordar y resolver esa parte
específica de la metodología de evaluación de proyectos. Al final de cada
capítulo se propone una serie de problemas concretos en los que el alumno
deberá aplicar los conocimientos teóricos adquiridos para saber hacer y no solamente
quedarse con la teoría de la metodología.
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